Pues como os he contado, estoy liada con mis dientes y a mi, una “dómina” no muy acostumbrada a los piropos “a machete”, a veces, me cuesta entender que me están “tirando los trastos”.
Empecé yo yendo a mi dentista, un jovencito de unos 26-28 años, allí me tumbaba yo con la boca abierta de par en par. Desde el primer día noté una extrema confianza hacía mi, pues me llamaba por mi diminutivo, que no es I ;), cuando yo siempre le había dado mi nombre completo. Reconozco que esa confianza, me gusta.
Estaba yo una noche en mis clases de baile, cuando de repente suena mi móvil, un número que no conocía, contesto y una voz al otro lado me dice:
– I te has hecho el TAC, Perdona quién eres?
– Soy S el dentista.
-Ahh perdona no te había conocido.
La verdad es que a mi en ese momento no me levantó ninguna sospecha y lo entendí con total normalidad.
Sábado a las 4 pm, Hola I, te llamaba para saber si te han dado cita para la próxima semana.
-Sí, me ha llamada la administrativa para darme cita.
-Ok, ok, era por confirmar.
Me pareció extraño que me llamara un sábado, pero tampoco me pareció tan raro.
A los pocos días se me inflamó la cara y recibo otra llamada un viernes, él por la tarde no trabaja, para preguntarme qué tal estoy? qué si ha bajado la inflamación y bla bla bla.
Estaba comiendo en casa de mi madre, cuando esta me pregunta, con quién hablas? le digo, era mi dentista y dice mi madre. Uy qué amable tu dentista.
Se lo comento a mis amigas, qué amable mi dentista, me llamaba para ver qué tal va la inflamación. Hoy??? Un sábado? y te llama desde la clínica? no, me llama desde su teléfono personal. Nena, ese te quiere meter de todo menos miedo.
Cierto es, que hasta que mis amigas no me hicieron tal interrogatorio no caí en que no era una normal que tu dentista te llame desde su teléfono particular y siempre fuera de horario laboral.
Luego vendrían los whatsapp, para interesarse por mis dientes y explicarme algunas cosas que tenía que hacer de cara a mi operación.
Llegó el día de mi operación y ahí estaba S, la verdad es que es un muchacho muy guapo. Me tumbé en la camilla y empezó a operarme, al cabo del rato empecé a marearme.
-S me estoy marendo.
-I (en diminutivo) abre los ojos, mírame, mírame por favor (mientras acariciaba mi cara con sus manos y me ponía aire frío en la cara.
Al fin consigo estabilizarme y continua con la operación, mientras me operaba, se pasó toda la operación guiñándome el ojo y sonriéndome.
No sé si esta es la practica habitual de los dentistas, pero me dio la sensación de que estaba coqueteando conmigo.
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Termina la operación y me dice, para cualquier cosa que necesites me llamas, no obstante esta noche te llamo para ver como vas. No llegó a la noche a media tarde me estaba mandado un msj, para decirme que se le había olvidado decirme que tenía que comprar unos enjuagues y bla bla bla.
Por la noche, me volvió a escribir para ver como iba, después de varios mensaje y unas cuantas excusas termina sus mensajes con “un beso I, descansa y si necesitas algo no dudes en llamarme”.
La verdad es que cada día estaba flipando más con este chico y la verdad que algo descolocada.
Unos días después voy a revisión pero no me atiende él, lo hace el auxiliar. No hago mas que salir de la clínica cuando recibo un mensaje. “Perdona por no haberte podido atender, estaba con otro paciente. Estabas muy guapa con esa faldita”. Me quedé estupefacta. No supe que contestar, aun a día de hoy no he contestado.
En estas situaciones es en las que no sé muy bien qué hacer? Quiere el dentista arreglarme los bajos?